Algunos de nuestros paisanos que combatieron en el #EjércitoPopular de la República durante la #GuerraCivil acabaron en el exilio en Francia y, varios de ellos, desgraciadamente en alguno de los terribles campos de concentración nazis, en los que al menos dos de ellos encontraron la muerte.
Este fue el caso de Agustín Maurandi Martínez. Nacido el 19 de julio de 1915 en el anejo de La Amarguilla, fue el quinto de los seis hijos de José Maurandi Martínez, campesino de 36 años de edad, y de Cipriana Martínez Carrión, de 34. De profesión jornalero y soltero, residía en el Barrio de El Puntal. Cuando tenía solo ocho años quedó huérfano de padre. Con apenas dieciséis años se afilió a la Sociedad Obrera “La Equidad” de Cúllar, afecta a la #UGT, el 5 de agosto de 1931, para lo cual hubo de mentir respecto a su edad, declarando tener dieciocho.
Al estallar la Guerra Civil residía en Zújar, donde trabajaba como aceitero en una almazara. Como pertenecía a la quinta de 1936 le habría correspondido ser movilizado en febrero de 1937, pero el joven Agustín decidió no esperar e ingresó voluntario en octubre de 1936 en el Cuerpo de Carabineros. Hacia julio de 1937 fue destinado a Cartagena, en el puesto de La Algameca, fecha en la que se afilió al Socorro Rojo Internacional, con el número de carné 405.499. Y en diciembre de ese año estuvo ingresado temporalmente en el Hospital Militar de Marina de Cartagena. El 31 de agosto de 1938, junto a la mayor parte de la plantilla de la Compañía Especial de Cartagena, fue destinado al Destacamento Especial de Figueras (Girona), junto a la frontera. Desde allí posiblemente pasó a Francia en febrero de 1939 durante «La Retirada»: el éxodo masivo de casi 400.000 civiles y militares que se produjo tras la caída de Cataluña en manos del ejército franquista.
Como la mayor parte de los refugiados españoles hubo de pasar por los campos de de internamiento en el sureste francés, donde se les sometió a unas condiciones lamentables. Para poder salir de ellos tuvo que enrolarse en alguna de las Compañías de Trabajadores Extranjeros, creadas por el gobierno galo para reforzar la “Línea Maginot” al poco de estallar la #SegundaGuerraMundial.
Al producirse la invasión alemana de Francia, entre mayo y junio de 1940, fue capturado y deportado a un campo de prisioneros de guerra en Alemania: el Stalag XII-B, en Fallingbostel (Baja Sajonia), donde ingresó con el número de prisionero 41.687. El día 8 de septiembre de 1940 fue remitido al campo de concentración de Mauthausen (Austria): el conocido como “campo de los españoles”, en el que fueron encerrados y torturados unos 7.500 compatriotas. Al ingresar fue registrado con el nº 4.392. Por aquellos días, al ser reclamado para hacer de nuevo el servicio militar en España, se le declaró prófugo, desconociendo su familia su triste destino.
Más tarde, el 24 de enero de 1941, fue transferido al cercano y terrible subcampo de Gusen, dependiente de Mauthausen, con el nº 9.434, donde miles de españoles fueron aniquilados. Allí murió a las 2:45 de la madrugada del día 19 de noviembre de ese año. La causa oficial de su fallecimiento –que los nazis se inventaban para borrar sus crímenes– fue la de “pleuritis purulenta, debilidad cardíaca aguda”. Ese mismo día su cuerpo fue calcinado en el crematorio del campo. Durante esa misma jornada fallecieron otros veintisiete españoles –diez de ellos andaluces– y ese mes de noviembre fue el más trágico de toda la guerra mundial en Gusen para los prisioneros republicanos, pues murieron un total de 930 españoles.
Décadas después de su fallecimiento, sus familiares tramitaron ante el Estado alemán, al amparo de la Ley federal de indemnización a las víctimas del nazismo, de 14 septiembre de 1965, la solicitud de una compensación económica, que desconocemos si llegaron a percibir.